José María Bravo, piloto español que
había servido como guerrillero en el Mar de Azov hasta la fecha se
encuentra con un viejo amigo y camarada, el General de Aviación
Aleksandr Osipenko, que durante la Guerra Civil Española había
servido una escuadrilla, participando en la Batalla de Teruel. Bravo,
que por aquel entonces era segundo jefe de la escuadrilla, empezó a
hablar con el general.

En la conversación, Bravo muestra su ilusión por volar, y argumenta que los pilotos españoles, en general, así lo deseaban. Al General Osipenko le bastó una llamada telefónica al Mariscal Voroshilov. Según cuenta Bravo, le indicó al Mariscal su deseo de contar en las fuerzas aéreas con los españoles. Desde ese momento, los pilotos veteranos que era guerrilleros y varios más de los que conocían su paradero, quedaron integrados a la aviación.
A lo largo de 1942 y hasta mayo de 1943 se fueron incorporando veteranos españoles en la aviación soviética, llegando a totalizar 30 pilotos, que se sumarían a los 16 que ya estaban desde el otoño de 1941. Los pilotos españoles fueron integrados en el 9º Cuerpo de Ejército de Aviación de Caza mandados por el General Yevsiéev héroe de la URSS, en el 962º Regimiento en Bakú y en el 481º Regimiento de Caza con base en Shijikiai, en la 1ª Brigada Aérea de Moscú, en la 102ª División de Caza de la Guardia, en el Regimiento de Aviación de Caza de Tallin, en el 785º Regimiento de Asalto (cazabombarderos), en el 439º Regimiento de Aviación de Leningrado, en el 208º Regimiento de Aviación de Asalto, en el 964º Regimiento de Vólshov, en el 938º Regimiento en Tibilisi, en el 939º Regimiento, en el 147º Regimiento y pasaron por varias unidades de reserva como los Regimientos 17º y 34º.
En la conversación, Bravo muestra su ilusión por volar, y argumenta que los pilotos españoles, en general, así lo deseaban. Al General Osipenko le bastó una llamada telefónica al Mariscal Voroshilov. Según cuenta Bravo, le indicó al Mariscal su deseo de contar en las fuerzas aéreas con los españoles. Desde ese momento, los pilotos veteranos que era guerrilleros y varios más de los que conocían su paradero, quedaron integrados a la aviación.
A lo largo de 1942 y hasta mayo de 1943 se fueron incorporando veteranos españoles en la aviación soviética, llegando a totalizar 30 pilotos, que se sumarían a los 16 que ya estaban desde el otoño de 1941. Los pilotos españoles fueron integrados en el 9º Cuerpo de Ejército de Aviación de Caza mandados por el General Yevsiéev héroe de la URSS, en el 962º Regimiento en Bakú y en el 481º Regimiento de Caza con base en Shijikiai, en la 1ª Brigada Aérea de Moscú, en la 102ª División de Caza de la Guardia, en el Regimiento de Aviación de Caza de Tallin, en el 785º Regimiento de Asalto (cazabombarderos), en el 439º Regimiento de Aviación de Leningrado, en el 208º Regimiento de Aviación de Asalto, en el 964º Regimiento de Vólshov, en el 938º Regimiento en Tibilisi, en el 939º Regimiento, en el 147º Regimiento y pasaron por varias unidades de reserva como los Regimientos 17º y 34º.
Según cuenta Bravo, pocas ocasiones
tuvieron de entrar en combate real, pues su labor, alejados del
frente, se basaba en misiones de caza nocturnos en vigilancia en
retaguardia. No obstante, el Frente no tardó en alcanzarles.
José María Bravo formaba parte del 9º
Cuerpo de Ejército de Aviación de Caza cuando vivió una importante
experiencia en su vida como piloto, y más teniendo en cuenta su
grado de capitán de escuadrilla. Sucedió en 1943. Sin tener idea de
la relevancia de su misión, Bravo apreciaba una intensidad y un
nerviosismo en la base aérea de Kishli (Bakú). Fue llamado por el
Jefe de Regimiento, el Coronel Evdokimenko, que estaba acompañado
por el Jefe del Estado Mayor del Aire. A su llegada, sorprendido, se
encontró a ambos mirando una serie de mapas de la zona sur, junto a
Turquía e Irán. Sólo recibió la orden de tener preparada a la
escuadrilla para despegar al primer aviso. Bravo, en un acto de
autocomplacencia les respondió que su escuadrilla siempre estaba
preparada. Le respondió el Jefe del Estado Mayor del Aire
diciéndole: -"Hoy debe estarlo más que nunca".-
Bravo fue informado por el coronel de su misión. Debían escoltar un avión tipo LAV-2 (equivalente soviético al Douglas) que llegaría por el norte, relevando a otras escuadrillas de escolta. La misión era de una importancia tremenda. Hasta el punto que Bravo fue ordenado para derribar a cualquier avión u aparato, soviético o no, que se colocase sobre el LAV-2, incluso si fuese de su propia escuadrilla.
Bravo fue informado por el coronel de su misión. Debían escoltar un avión tipo LAV-2 (equivalente soviético al Douglas) que llegaría por el norte, relevando a otras escuadrillas de escolta. La misión era de una importancia tremenda. Hasta el punto que Bravo fue ordenado para derribar a cualquier avión u aparato, soviético o no, que se colocase sobre el LAV-2, incluso si fuese de su propia escuadrilla.
Aunque en ningún momento se les indicó
a quién iban a proteger Bravo lo sospechaba. Recibió la orden de
despegar en el momento que se lo indicase una bengala roja y la orden
de destinarse al mismo lugar que se destine el LAV-2, así como el
orden exacto en que debían situarse las escuadrillas.
Sólo tuvieron que esperar media hora.
Al aparecer el LAV-2, perfectamente realizaron el relevo de escoltas.
Los anteriores aterrizaron en el aeródromo mientras Bravo y su
escuadrilla volaban sin conocer su destino. Cumplieron su misión a
rajatabla, perfectamente alineados a ambos lados del

aparato y sin perder un sólo instante de vista el horizonte. Sin entender nada, llegaron a Teherán. Allí, su escuadrilla fue ordenada para sobrevolar la ciudad y los alrededores durante un par de días,

aparato y sin perder un sólo instante de vista el horizonte. Sin entender nada, llegaron a Teherán. Allí, su escuadrilla fue ordenada para sobrevolar la ciudad y los alrededores durante un par de días,
aún sin conocer el sentido de su
vigilancia.
Conferencia de Teherán en 1943, que reunió a Stalin con Roosvelt y Churchill.
General Osipenko |
Bravo y su escuadrilla, con uniformes
nuevos, escoltaron de nuevo el LAV-2 hasta Bakú, esta vez
sorprendidos por quién viajaba en en aparato que escoltaban. Al
llegar a Bakú, Stalin, que viajaba a bordo del LAV-2 prosiguió su
viaje en Tren.
Poco después de este relevante hecho
para el Piloto español, llegó al regimiento una comunicación según
la cual el mando condecoraba con la Orden de Segundo Grado de la
Guerra Patria a todos los pilotos que habían escoltado el avión de
Stalin.


En
diciembre del 43 ha de partir de su base al frente de su escuadrilla, y
ya en el aire le indicaron que iba a participar en una operación
ultrasecreta de escolta y cobertura a dos aviones de transporte con
viajeros. Volaron hasta Teherán donde aterrizaron y esperaron hasta el
día siguiente, cuando el mismo Stalín les saludo a todos al volver a los
aviones. Había escoltado al presidente de la URSS a la conferencia de
Teherán con Roosvelt y Churchill. Todos los pilotos excepto uno que
había cometido una falta en vuelo, fueron altamente condecorados.
Entre
las misiones que desempeñó se incluía también la de transportar nuevos
aviones que los norteamericanos hacían llegar por el Pacífico o el
Índico a la URSS para su aviación militar. Nunca le encomendaron
traslados desde el Índico pero si desde el Pacífico. En este último
destino debía ir a Moscú y desde allí viajar en ferrocarril hasta
Kamchatka en el extremo oriente, recoger uno de los aviones y pilotarlo
hasta la base en Kirovabad a través de Siberia y las repúblicas
centroasiáticas. En uno de esos viajes tuvo una avería y hubo de
aterrizar en la estepa mongola, donde esperó una semana conviviendo con
pastores nómadas mongoles, hasta que pudieron recogerle y arreglar el
avión técnicos enviados desde la lejana base.
Bravo
acabó la guerra como comandante con muy diversas condecoraciones
militares y con sólo un año para acabar la carrera, habiendo pilotado
los más modernos aviones de caza, ya incluso turborreactores armados con
misiles, y en alturas estratosféricas.
Fue
incorporado tras la guerra a la Academia Militar de Aviación, en la que
permaneció hasta junio del 48 alcanzando el grado de teniente coronel.
En
esa fecha le fue comunicada la desmilitarización forzada de todos los
pilotos españoles y su nuevo sorprendente destino en el Instituto de
idiomas de la URSS. Allí entró como profesor, e inmediatamente fue
nombrado vicedecano, combinando estas labores con la de intérprete. No
pudo pues acabar nunca sus estudios de ingeniería que con tanto
entusiasmo había comenzado catorce años antes, que nunca había
abandonado, aún en las más complejas situaciones, y que tenía al fin
casi acabados.
Lo
cierto es que un militar de fuertes y claras convicciones sociales y
políticas, con una capacitación de primera clase y un expediente como
aviador excepcional, con cuatro idiomas bien o muy bien dominados, con
fuerte formación científica y técnica, y joven, era una pieza demasiado
preciada para que pudiera pasar a la vida civil y dedicarse a organizar
trabajos de ingeniería en el lejano Cáucaso. La guerra fría requería de
miles de militantes probados capaces de formar especialistas que
pudieran actuar en cualquier lugar del mundo como agentes especiales de
la URSS, y los servicios secretos militares preferían verle formando
buenos conocedores del español y preparando labores de propaganda e
información. Fue un bastante numeroso grupo el de los refugiados
republicanos españoles en la URSS que trabajaron durante años en
emisoras de radio, prensa en lengua española, congresos internacionales,
organizaciones juveniles, sindicales o sociales internacionales, y
labores de información.
Allí
pasó cinco años hasta que le fue concedido permiso para regresar a
España, tanto por las autoridades soviéticas como por las españolas. En 1960 consiguen, tanto él como sus padres, que por entonces residen en Madrid ya mayores, que le sea concedido permiso de las autoridades franquistas para volver a España. Para esa época eran muy pocos los refugiados republicanos en la URSS que habían podido regresar, y casi todos porque eran niños de la guerra. A nadie de su importancia en la vida soviética se le había concedido ese anhelado permiso. Además África, su madre pasó años de cárcel al acabar la guerra, acusada entre otras cosas de ser precisamente la madre de un piloto de guerra republicano.
Sus
padres le recibieron en París y en Irún sufrieron las primeras
humillaciones y ultrajes. Fueron rodeados de un fuerte contingente de
policía, se les registró la totalidad de sus pertenencias y se les
desnudó completamente para cachearles. Se le entregó un documento
identificativos en el que no se certificaban sus datos sino que él
afirmaba ser el tal José María Bravo, y con esa documentación y sin más
medios que su gran disposición y su magnífica cultura comenzó esta nueva
etapa de su vida a los 42 años de edad.
Fue
interrogado por la policía día tras día durante años, tenía que
presentarse en continuamente a requerimientos de la policía franquista
que le llevaba a ser interrogado por agentes de los servicios de
información norteamericanos, le seguían agentes de la brigada social por
la calle y le controlaban entradas y salidas de su casa, visitas,
amigos y conocidos.
Nunca
le consiguieron sacar ni un solo dato de interés, astutamente les daba
referencias de gentes ya muertas, de otros inexistentes, de labores
burocráticas, etc., aferrándose a que en la URSS era un simple profesor
de español en un centro oficial de enseñanza de idiomas.
Con
la llegada de la democracia solicitó el debido reintegro en la aviación
militar con la graduación que le hubiera correspondido en caso de haber
podido seguir en activo, tal como la legislación democrática había
aprobado, con lo que obtuvo la reincorporación en calidad de retirado
con la graduación de coronel. Por aquellos mismos años junto a un
numeroso grupo de pilotos republicanos regresados a España, fundaron
ADAR, Asociación de Aviadores Republicanos, de la que Bravo fue el
segundo presidente tras el periodo fundacional en que lo fue Fierro,
asociación que con la eficaz colaboración de su secretaria Carmen
Martín, hizo una gran labor por la memoria de los pilotos republicanos.
Falleció en Madrid el día 26 de diciembre de 2010 a los 92 años de edad. Escribió el libro: El Seis Doble. Bravo y los moscas en la Guerra Civil Española y en la IIª Guerra Mundial. Ed. Craftair Agudín. Madrid, 2007.
Datos sacados de: https://age-derechos.blogspot.com.es/2010/01/jose-maria-bravo-el-dia-26-de-diciembre.html?m=1
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