Un día como hoy hace treinta años, el 15 de noviembre de 1988 el transbordador soviético Burán realizó su
primer y único vuelo sin tripulación, que, al mismo tiempo, fue el
segundo y último vuelo del cohete gigante Energía.
El programa Energía-Burán había nacido a principios
de los años 70 fruto del miedo que había durante la llamada Guerra Fría. Un malentendido respecto al desarrolo, por parte de la NASA, del
transbordador espacial con ayuda financiera del Pentágono y los
militares habían jugado un papel clave a la hora de decidir las
dimensiones de la bahía de carga del
shuttle, que debía
acomodar satélites espías de gran tamaño como el KH-9 Hexagon. La
participación del Pentágono desató el pánico en Moscú y los militares
soviéticos llegaron a la conclusión de que el
shuttle podría
ser usado como arma en un ataque nuclear preventivo contra la Unión
Soviética. El transbordador despegaría desde la base de Vandenberg en
California y, siguiendo una órbita polar, usaría su capacidad de planeo
hipersónico para cambiar el plano orbital, esquivando parcialmente los
radares de alerta temprana soviéticos para luego sobrevolar Moscú, donde
soltaría un «regalito» en forma de ojivas nucleares.
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La lanzadera Burán con el cohete Energía 1L en la rampa de lanzamiento del Área 110 de baikonur (Roscosmos). |
Los expertos que asesoraban a los militares soviéticos insistían en que
este escenario, aunque posible, no tenía sentido estratégico. Pero en el
Kremlin no querían arriesgarse. Si la NASA y el Pentágono se estaban
gastando miles de millones de dólares para desarrollar una nave espacial
tripulada con aplicaciones militares, la Unión Soviética no se iba a
quedar atrás. Y, de este modo, a mediados de los años 70 nació el
programa MTKS (‘sistema de transporte espacial reutilizable’). La
industria aeroespacial soviética propuso otros diseños más adaptados a
las necesidades y la idiosincrasia de la tecnología del país, pero el
Kremlin impuso que la réplica del
shuttle tenía que ser lo más parecida posible. De hecho, se sopesó construir una copia idéntica —el
OS-120—
con motores principales situados en el orbitador y aceleradores de
combustible sólido. Finalmente se llegó a un compromiso. El orbitador
sería una copia casi idéntica del
shuttle, aunque con
diferencias de diseño muy significativas. Por ejemplo, por primera vez
en una nave espacial se usó un sistema de propulsión de control de
posición y orbital a base de queroseno y oxígeno líquido; y la
estructura de la nave sería de titanio y no de aluminio. Además llevaría
motores a reacción para facilitar la maniobra de aterrizaje y sería
capaz de volar automáticamente sin tripulación.
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El Burán cuando todavía se llamaba Baikal (Roscosmos). |
Por otro lado, el Burán sería lanzado por un cohete gigante a cargo
de la oficina de diseño TsKBEM de Valentín Glushkó, heredera de la OKB-1
de Serguéi Koroliov. Glushkó, que se oponía vehementemente a la
construcción de una copia del
shuttle estadounidense, adaptó el
proyecto de familia de lanzadores RLA a los requisitos de los militares
soviéticos y, de esta forma, el lanzador podría usarse para otros
objetivos aparte de lanzar el Burán, como por ejemplo viajar a la Luna y
a Marte o lanzar estaciones espaciales gigantes. Ni que decir tiene,
los militares eran partidarios de usarlo para otros menesteres, como
poner en órbita estaciones láser de combate Skif. El desarrollo del
Energía supuso un esfuerzo descomunal en materia de propulsión para la
Unión Soviética. Hubo que crear el motor criogénico RD-0120 de gran
potencia para la etapa central y el motor RD-170 para los bloques
laterales (el RD-170 y sus derivados siguen siendo hoy en día los
motores de combustible líquido más potentes jamás construidos). La
creación del escudo térmico del Burán y otros sistemas relacionados no
fueron más sencillos. El Burán usaría en Baikonur las instalaciones del
malogrado programa lunar N1-L3, las más grandes de la historia de la
cosmonáutica.
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El Burán tras su única misión (www.buran.ru). | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | |
En los años 80 ya era evidente que los temores de la cúpula soviética
sobre el transbordador estadounidense eran infundados. Como resultado,
el programa Energía-Burán se fue retrasando más y más, aunque los
encargados decidieron transformarlo en una respuesta a la iniciativa SDI
(«Star Wars») del Reagan. Pero entonces vino Gorbachov y su política de
deshielo. El proyecto se convirtió entonces en un molesto escollo entre
las relaciones entre ambas superpotencias. Además Gorbachov estaba
empeñado en reducir el tamaño del complejo militar soviético y el Burán
era un programa costoso, aunque no demasiado comparado con otros
proyectos militares. Pero era muy llamativo y, por lo tanto, un objetivo
fácil. La oficina TsKBEM de Glushkó,, ahora conocida como NPO Energía, a
cargo del programa en general y del cohete Energía, así como Gleb
Lozino-Lozinsky, de la oficina NPO Mólniya, a cargo del diseño de los
orbitadores propiamente dichos, no estaban de acuerdo en la estrategia a
seguir para defender el programa. Para Glushkó la prioridad era el
lanzador Energía, que era la llave para conquistar el sistema solar.
Obviamente, Lozino-Lozinsky defendía las lanzaderas y deseaba lanzar una
misión cuanto antes para demostrar que el proyecto era viable.
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Interior de la cabina del OK-GLI, idéntica al Burán de serie (www.buran.ru). |
En 1988 el programa había sufrido innumerables retrasos y los rumores
que venían del Kremlin apuntaban a una cancelación inminente. El
programa Burán —«tormenta de nieve» en ruso— incluía la construcción de
hasta cinco lanzaderas, pero solo se había bautizado oficialmente una
—la primera, la 1K—, que recibió el nombre de Baikal. Los encargados del
proyecto decidieron acelerar el calendario y jugársela. Lanzarían la 1K
en noviembre de 1988, si el Kremlin no cancelaba el programa antes. La
lanzadera 1K Baikal fue rebautizada con el nombre del programa, Burán,
para darle mayor visibilidad. Las condiciones meteorológicas en Baikonur
el 15 de noviembre eran claramente adversas, pero la misión ya había
sido retrasada varias veces y los encargados decidieron doblar su
apuesta. El despegue fue un éxito y el Burán realizó una sola órbita
antes de aterrizar automáticamente en el aeropuerto al norte de
Baikonur, construido expresamente para el proyecto. El Burán voló con
las puertas de la bahía de carga cerradas porque los radiadores del
sistema de refrigeración no estaban listos para esta misión. En el
último momento el vuelo casi acaba en desastre cuando el control de la
misión pensó en destruir el vehículo al detectar que se desviaba del
rumbo previsto, pero la decisión de los ordenadores del orbitador
resultó ser la correcta y el Burán aterrizó sin problemas. Todo había
salido según lo previsto. Mejor incluso.
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El Burán con el Energía camino de la rampa (Roscosmos). |
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La lanzadera 2K en la rampa de lanzamiento de Baikonur en mayo de 1991
para pruebas de integración con una maqueta del cohete Energía. |
El programa Energía-Burán fue el cénit de la tecnología de la
cosmonáutica soviética. Muchos analistas occidentales no daban crédito a
lo que veían. Después de años de propaganda machacona insistiendo en
que la tecnología espacial soviética estaba en el paleolítico con
respecto a Europa y Estados Unidos, el vuelo automático del Burán era un
incidente increíble. Literalmente: algo así no podía ser posible. Pero
la única misión del Burán fue al mismo tiempo el canto del cisne del
programa más caro, más complejo y más ambicioso de la historia de la
cosmonáutica soviética. Solo tres años después de su único vuelo el país
que lo había creado desapareció. El programa Energía-Burán había
superado en costes al enorme y malogrado proyecto lunar N1-L3. Y, sin
embargo, a diferencial del N1-L3, su legado prácticamente desapareció
por completo años después de la caída de la Unión Soviética, con
honrosas excepciones, como el sistema de acoplamiento APAS de la ISS o
el cohete Zenit —desarrollado como bloque lateral del Energía— y su
potente motor RD-171. El esfuerzo descomunal invertido en el programa se
deshizo rápidamente como si fuera un sueño. Ígor Volk y Alexánder
Ivanchénkov nunca pilotaron una lanzadera del programa Burán rumbo a
casa y el Burán o la lanzadera 2K nunca se acopló con la estación Mir.
Y, por supuesto, nunca vimos una misión tripulada a Marte lanzada
mediante el Energía.
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Así quedó el hangar del MIK-112 donde se guardaba el Burán original (www.buran.ru). |
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La lanzadera 2K (1.02) almacenada en el edificio MZK de Baikonur. |
En una jugada irónica del destino, la lanzadera Burán original resultó
destruida el 12 de mayo de 2002 cuando se colapsó el techo del hangar
del edificio MIK-112 donde dormía el sueño de los justos. La única
lanzadera casi completa que ha sobrevivido, la 2K, se pudre lentamente
en el vecino edificio MZK de Baikonur. Cada cierto tiempo recibe la
visita de
youtubers y vándalos —o ambas cosas— que se cuelan en
el edificio para grabar el enésimo vídeo sobre «un transbordador
espacial soviético abandonado» que será olvidado a los pocos meses.
Treinta años después el legado del Burán está disperso en museos de
Kazjistán, Rusia y Alemania en forma de tristes restos de un futuro que
nunca se hizo realidad. Si hubiese sido un futuro mejor, eso ya es otra
historia.
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El modelo OK-ML1 en el Museo del Cosmódromo de Baikonur (Eureka). |
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Uno de los dos transportadores del sistema Energía-Burán junto al edificio MIK-112 (Eureka). |
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Otra vista del OK-ML1 (Eureka). |
Artículos de Eureka sobre el Burán:
https://danielmarin.naukas.com/2018/11/17/30-anos-del-buran/
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